miércoles, 20 de febrero de 2008

El embarazo y la maternidad

El embarazo y la maternidad de adolescentes son hechos más frecuentes que lo que la sociedad quisiera aceptar; son experiencias difíciles que afectan la salud integral tanto de los padres adolescentes como la de sus hijos, familiares y de la sociedad en sí.
Las cifras de embarazos en la adolescencia no son exactas, ya que se establecen principalmente de los registros de hospitales y centros de salud que excluyen a quienes no solicitan sus servicios; sin embargo se han realizado aproximaciones. Así, por ejemplo, Klein (1980) menciona que cada año más de un millón de adolescentes en el mundo se embaraza; 30,000 son menores de 15 años y en su mayoría son embarazos no planeados (1). La Organización Panamericana de la Salud, OPS (1988) reporta que según la Encuesta Nacional Demográfica en México, 12.1% de nacimientos en 1982 fueron de madres entre 15 y 19 años y que en 1985, 33.5% de la población femenina entre 15 y 24 años de edad, falleció por complicaciones de embarazo, parto y puerperio. (2)
En el 2001 el 14.9 % de los nacimientos registrados en Jalisco fueron realizados por mujeres menores de 20 años de edad, y de estas, solo el 17,1% son económicamente activas. (3)
Es difícil determinar con exactitud las razones de la preñez de las adolescentes. Las causas son múltiples y se relacionan entre sí.
Una de las principales podría ser que la madre encabeza la mayoría de las familias de bajos ingresos, asume el rol de administradora del hogar y se convierte en la proveedora principal de los alimentos, por tanto, desatiende aspectos significativos de su casa y a menudo no tiene en quien delegar esas responsabilidades. Las consecuencias son múltiples: en primer lugar, los jóvenes carecen de modelos morales de referencia para guiar sus conductas; muchos de los roles adultos se transfieren tempranamente a las jóvenes. Y si a esto añadimos que la adolescente encinta suele exhibir una especie de competencia e identificación con la madre; por tanto, es frecuente que tenga su primer hijo aproximadamente a la misma edad en que lo hizo la mamá. (4)
Los embarazos en adolescentes, en la mayor parte del mundo, son el resultado directo de la condición inferior de la mujer cuyo papel en la sociedad está devaluado. Sabemos que es característica de todas las sociedades que la mujer tenga menos acceso o ejerza menos control de los recursos de valor que el hombre; por ejemplo, en los países en vías de desarrollo, generalmente a ellas se les niega la educación y las habilidades para competir. Así, la maternidad se presenta como el único modo de alcanzar un lugar en la sociedad. (5)
Por tanto, muchas adolescentes de comunidades pobres y reprimidas, que poseen pocas oportunidades para educarse y mejorar económicamente, con frecuencia ven la maternidad como una forma de aumentar su propio valor y poseer algo.
Se ha comprobado que conforme aumenta el nivel económico son mayores las opciones. Las principales son el aborto, la adopción, tener soltera al hijo o casarse. La decisión que ella tome depende del apoyo de su pareja, su familia y la sociedad. En caso de optar por tener al hijo, se presentan varias consecuencias, dependiendo de si la chica va a ser madre soltera o va a casarse.
Si la mujer se casa, en muchos casos la pareja adolescente no puede establecer un hogar independiente por penurias económicas, y si la joven permanece soltera, continúa el embarazo con grandes carencias y dificultades, el grado de esto depende de si encuentra el apoyo de su familia, generalmente se vive un ambiente familiar y social de rechazo por no estar casada, y se crea una mayor dependencia económica y afectiva, en donde el apoyo familiar se condiciona a la aceptación de circunstancias que obstaculizan su desarrollo personal e incrementan las razones por las que se embarazó, y con ello la posibilidad de repetirlo. (6)
Como ya se comentó, una madre adolescente es causa posible del embarazo de su futura hija adolescente, ya que existe la reincidencia generacional de embarazos adolescentes.
Por todo lo anterior es muy importante romper la cadena, y para ello realizamos este estudio, para descubrir a las mujeres que cursan con este problema y acuden al DIF, para posteriormente ver la forma en que se les puede ayudar.

El embarazo prematuro puede poner en peligro la vida y la salud del hijo

En Paraguay, las criaturas que nacen de mujeres de entre 15 y 19 años de edad tienen casi 80 por ciento más probabilidades de morir durante el primer año de vida que las nacidas de mujeres de entre 20 y 29 años.1
Los lactantes nacidos de madres más jóvenes tienen un aumento de las probabilidades de mortalidad de 77 por ciento en República Dominicana, de 69 por ciento en El Salvador, de 36 por ciento en Perú y de 29 por ciento en Colombia.1
En Honduras, la tasa de mortalidad infantil es de 77,4 defunciones por 1.000 nacidos vivos para las mujeres menores de 20 años de edad, por comparación con 48 defunciones por 1.000 nacidos vivos para las de 20 a 34 años.11
Retrasar el nacimiento del primer hijo de una mujer hasta que esta tiene por lo menos 18 años de edad podría reducir hasta en 30 por ciento la mortalidad infantil de los primogénitos en México, Perú y República Dominicana.12

Las tasas de mortalidad materna son elevadas

En Paraguay, el riesgo que una adolescente embarazada tiene de morir es 52 veces más elevado que en los Estados Unidos. Casi 20 por ciento de las defunciones de mujeres adolescentes en Paraguay son imputables a complicaciones del embarazo o el parto. Las cifras correspondientes son de 13 por ciento en Ecuador, 8,2 por ciento en República Dominicana y 7,2 por ciento en El Salvador.9
Las mujeres pobres, especialmente las adolescentes, tienden a buscar que se les practiquen abortos baratos, tardíos y en condiciones peligrosas. En Bolivia. Perú, Colombia y Venezuela - países donde el aborto es ilegal o está severamente restringido - un estudio de jóvenes que habían buscado someterse a un aborto descubrió que tenían un riesgo significativo de padecer complicaciones del aborto.10,4
En Chile y Argentina, donde el aborto está sometido a restricciones semejantes, más de la tercera parte de las defunciones maternas entre las adolescentes son consecuencia directa del aborto practicado en condiciones peligrosas.8
Los partos de las adolescentes se complican con más frecuencia por parto obstruido u otros problemas, lo cual puede desembocar en la muerte de la madre, del hijo o de ambos, u ocasionar infertilidad. Los hijos de madres adolescentes tienen más probabilidades de nacer prematuramente o con un peso inferior al normal y de padecer retraso del crecimiento fetal.1,8

La procreación muy precoz suele dañar la salud de la madre y la del hijo

La procreación precoz puede poner en peligro tanto la vida de la madre como la del hijo. Las madres menores de 17 años de edad afrontan un mayor riesgo de mortalidad materna porque su organismo no está lo bastante maduro para tener hijos.2,3,8 Puede ocurrir que estas jóvenes no reconozcan los síntomas del embarazo o no deseen reconocer que están embarazarlas, lo cual demora la atención prenatal y pone en peligro la salud del hijo y la de la madre.2

Muchos embarazos de adolescentes no son planificados ni deseados

Según se informa, en Brasil 50 por ciento de los nacimientos de mujeres entre 15 y 19 años no son planificados.3
En un estudio efectuado en 1993 en Jamaica, se observó que casi 45 por ciento de las jóvenes de entre 15 y 24 años habían estado embarazarlas alguna vez. Setenta y siete por ciento de esos embarazos se produjeron en el momento menos apropiado o no fueron deseados.7

La fecundidad de los adolescentes sigue siendo alta en América Latina

El mejoramiento de las condiciones generales de salud y nutrición que se ha venido produciendocontribuye a disminuir la edad de la menarquia y a que los niveles de fecundidad de los adolescentes sean hoy más altos que hace 25 años. Aproximadamente 35 por ciento de las jóvenes latinoamericanas tienen su primer hijo antes de los 20 años.3 Según se calcula, las mujeres que comienzan la procreación cuando aún son adolescentes acaban teniendo dos a tres veces más hijos que las que retrasan el primer nacimiento hasta que tienen cuando menos veintitantos años.4
Veintiocho por ciento de las mujeres guatemaltecas tienen su primer hijo antes de los 18 años.5 Aproximadamente, una de cada cinco jóvenes menores de 18 años en México y Bolivia han tenido ya un hijo.5 En Colombia, Guatemala y Paraguay, las mujeres actualmente tienen más probabilidades de tener un hijo durante la adolescencia, por comparación con lo que ocurría con las adolescentes en los años setenta.3
Las tasas de natalidad son más elevadas para las adolescentes que viven en las zonas rurales. En un estudio de nueve países de América Latina y El Caribe se observó que entre 40 y 60 por ciento de las mujeres rurales habían tenido su primer hijo antes de los 20 años, por comparación con 25 a 36 por ciento de las mujeres urbanas.6